Oscar
Rumbo al Oscar: Reseña “Philomena”.
“Philomena” es otra de las películas de las cuales había escuchado maravillas. Durante mi estancia en San Antonio, Tx, encontré en el Santikos Bijou Cinema Bistro el paraíso de cualquier amante del cine y les aseguró que no es un comercial. Estaban todas las películas que tenía en mi “wish list”. Así que pase un fin de semana descubriendo nuevos y fascinantes mundos.
“Philomena” es una emotiva jornada en la que se pone al descubierto otro oscuro capítulo de la Iglesia Católica: el tráfico ilícito de menores, y la interpretación personal de la religión y la justicia divina.
Al principio de la cinta el director Stephen Frears (“The Queen”) te transporta a través del recurso del flashback (linda fotografía) al doloroso pasado de Philomena. Durante su juventud fue encerrada en un convento cuando sus padres descubrieron que estaba embarazada. Después del nacimiento de su criatura fue tratada casi como una esclava por las monjas y obligada a firmar los documentos para dar a su pequeño en adopción.
Paso casi medio siglo y aunque a Philomena (Judi Dench) la encontramos en Inglaterra y todo indica que siguió su vida, constantemente se preguntaba dónde estaba su hijo. Hacía visitas frecuentes a la Abadía en Irlanda pero cualquier tipo de esfuerzo era siempre infructuoso, ya que las religiosas alegaban que no tenían ningún tipo de información. Misteriosamente todos los documentos habían desaparecido.
Finalmente un día Philomena (Dench), ya una mujer anciana, confiesa su secreto. Conmovida por la traumática experiencia de su madre la hija de Philomena le pide a un periodista que le ayude a investigar sobre el paradero de su medio hermano, esa criatura que fue arrebatada cruelmente de los brazos de su madre.
Inicialmente el periodista Martin Sixsmith (Steve Coogan), quien había trabajado como corresponsal para la BBC, se niega a comprometerese a una investigación de ángulo humano. Aunque es una persona bastante objetiva, encuentra una interesante propuesta y en el fondo se siente conmovido por la angustia de esta madre. Es aquí donde empieza la fascinante jornada de descubrimientos “insólitos” en todos los sentidos que culmina con la publicación del libro de Sixsmith en el 2009 titulado “El hijo Perdido de Philomena Lee”.
Dench y Coogan en sus respectivos papeles se convierten en una mancuerna perfecta y complementaria. A pesar de que se encuentran en medio de un verdadero drama, la química entre Philomena y el periodista es en algunos espacios maternal, acogedora y divertida. La brecha generacional se utiliza para generar simpáticos diálogos que hacen el trayecto más ameno. Las posturas radicalmente opuestas de ambos personajes y ese afán por convencer al otro de cambiar de opinión nos lleva a profundos cuestionamientos existenciales.
Es hermosa la labor de ambos al ir recopilando fragmentos del recompecabezas de la vida Michael, el hijo de Philomena (Sean Mahon) y caer en la cuenta de que una madre puede conocer a su hijo aun sin haberlo visto crecer. Es enternecedor el trayecto. La cinematografía es muy bella. Muy pulcro el trabajo del director Stephen Frears.
Judi Dench es maravillosa. Su trabajo es magistral. Me encanta la filosofía de su personaje y su postura hacia la vida bajo la perspectiva de que no hay espacio para el odio, que el perdón libera y que ni el pasado más tormentoso puede robar la calma y la paz cuando uno no lo permite.
En mi caso salí con una sensación de libertad y entendimiento del perdón que pocas veces experimento.
Cabe destacar la actuación de Coogan que es sumamente convincente. Probablemente no enfrenta los mismos retos que ofrece un personaje tan rico como el de Philomena, pero su actuación es excelente.
Le doy cinco palomitas. Altamente recomendable.
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- Teresa Garza
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