“Saving Mr. Banks” es una jornada que explora el camino humano, poco conocido y no tan mágico que existe detrás de las grandes producciones como es el caso de la famosa película “Mary Poppins” de Walt Disney.

Walt Disney (Tom Hanks) prometió a sus hijas llevar a la pantalla grande la historia de una de las niñeras más queridas del mundo infantil, “Mary Poppins”, pero algo que no tomo en cuenta el creador del lugar más feliz del mundo es que complacer a sus princesas podía ser una labor más ardua que las batallas del Príncipe de La Bella Durmiente.

P. L.Travers, magistralmente interpretada por Emma Thompson, la autora del remarcable libro que impactó a Disney, se negaba a firmar los derechos para la adaptación de su libro si no cumplían con sus exigentes y excéntricas peticiones. Una mujer obsesiva, metódica… y curiosamente sin ninguna tipo de afinidad con el mundo de Disney, que se supone ofrece la magia que conquista a cualquiera.

Las creaciones de un artista, incluyendo por supuesto un escritor, tienen que ver de alguna u otra manera con las experiencias y percepciones del mismo. Es por eso que puede ser comprensible que el mismo quiera expresar su punto de vista y colaborar con su granito de arena, aunque en el caso de Travers sobrepasaba los limites. ¿No usar el color rojo en una película ?

En este caso se presenta de manera simultánea el proceso creativo de adaptación de la exitosa película en los estudios de Disney intercalando con escenas de la infancia de la escritora que te dan respuestas a las solicitudes de la novelista. La cinta brinca del presente en Burbank, CA, al pasado de la escritora en Australia y la relación de una niña que ve a su padre amoroso como su héroe sin importarle que era un alcohólico (Colin Farrell).

Estos viajes al pasado de Travers te ayudan a entender por que esta mujer tan obstinada tiene conflictos internos para compartir en la pantalla grande las dualidades y debilidades de Mr. Banks (Inspirado en su padre), un hombre con una peronalidad extrema: maravilloso, ordinario, mágico… y alcoholico.

A pesar de que es una película de Disney, me parece que la trama se manejo de una manera bastante objetiva dentro de lo subjetivo. Vemos a un Walt Disney un tanto caprichoso y cuidadoso de su imagen, pero al mismo tiempo carismático y adorable (como se ve en los documentales). Tom Hanks logra adentrarse en el personaje. No dudo que su interpretación sea considerada para el Oscar ya que este tipo de papeles basados en personajes reales son los favoritos de la Academia. Me gusto mucho, sobre todo el maquillaje para transformalo en Disney, pero no me parece realmente su mejor actuación.

La verdad es que Travers no deseaba que su libro fuera adaptado por Disney, pero su situación financiera (en 1961) la obliga a poner a la venta algo que después nos daremos cuenta que era demasiado íntimo para que se convirtiera en un producto de Hollywood.

Son destacables también las actuaciones del equipo de trabajo de Disney/ Travers. El guionista Don DaGradi (Bradley Whitford) y los encargados de la musicalización de la cinta Robert (B.J. Novak) y Richard Sherman (Jason Schwartzman) que tuvieron que enfrentar los desplantes de una Travers tirana e imposible de complacer, especialmente porque estaba totalmente en contra de que la película fuera un musical o se tratará de una animación. Su trabajo es exhaustivo, tanto que hasta el mismo espectador siente pensar por su situación.

Otra relación que considero importante mencionar, porque juega un papel clave, es la amistad que surge entre el chofer del estudio Ralph (Paul Giamatti) y la escritora. Maneja bien no solo en las calles de Los Angeles, sino en los caminos que llevan a las frustraciones de la escritora y la puerta de salida.

La dirección a cargo de John Lee Hancock es excelente.

Sin lugar a dudas, mi parte favorita, sin afán de echar a perder su vista al cine son las escenas finales en las que vemos parte de la película de “Mary Poppins” y comprendemos entre lágrimas que la película se convierte en un tipo de liberación hacia una carga que por años escondió en su alma la novelista.

Ver escenas de Julie Andrews y Dick Van Dyke intepretando temas clásicos te hace llorar (por lo menos a mí) no se si por la nostalgia de un pasado que me recuerda que todos tenemos nuestras propias historias infantiles, algunas no tan dulces, o por la sencilla razón de que ojalá todos tuviéramos la oportunidad de salvar como Travers a nuestro propio “Mr. Banks”.

Es una película que pueden ver los niños, pero realmente es una historia muy intensa psicológicamente por lo que me recomendación es que para ellos dejemos la versión de “Mary Poppins” original.

Le doy cuatro palomitas y media.

Una reflexión editorial a propósito del trabajo de Disney y que no tiene que ver con la película, pero me hizo pensar en esto mientras escribía….

Aprovecho porque de otra manera no me atrevería a decirlo, ahora que estuve viviendo en Los Angeles y más consciente de la realidad, confieso que era super fan de Disney. Ya no estoy tan segura si verdaderamente lo soy y no por el concepto de Disney que me parece maravilloso, sino por las personas que manejan las decisiones de incluir o excluir a las medios especialmente a los latinos o en español en sus coberturas, basándose en favoritismo, compadrazgos o tomando como base invitar a quien más los adule. Seguramente esto podrá tener consecuencias, pero igual he sido objeto de injusticas por quedarme callada. Así que no tengo miedo. Es triste ver que personas a quienes se les han asignado importantes proyectos se sienten magos o hadas madrinas que con una varita mágica tienen el poder de… en cosas que debieran ser sumamente objetivas.