Hoy literalmente nos pusimos la camiseta “42” gracias a Warner Bros. y por segunda vez en una semana voy al cine, ahora en San Antonio, Texas.

“42” es una cinta que de primera entrada les digo que vale la pena ver. Es un relato ameno e inspirador basado en hechos reales que narra las crónicas de una leyendas del deporte del béisbol: Jackie Robinson.

Robinson logró con su velocidad y sus habilidades tremendas victorias para los equipos con los que jugo durante su carrera, pero lo principal su espíritu intrépido y su entereza lograron cambiar el curso de la historia de este deporte convirténdose en el primer jugador afroamericano en formar parte de las Grandes Ligas.

Fue en el año de 1945 cuando Branch Rickey (Harrison Ford) el dueño del equipo de los Dodgers de Brooklyn tuvo la visión pero sobre todo la valentía de incorporar a su equipo a un joven de color llamado Jackie Robinson (Chadwick Boseman) en momentos en los que el racismo se imponía al talento.

La actuación de ambos actores es extraordinaria y de hecho se complementa… tremendo hitazo. Existe la química necesaria para volver totalmente convincente la relación de mentor y aprendiz. En el caso del atleta la enseñanza no se limitó a las técnicas en el diamante; abarcó la práctica de una actitud de vida proactiva que llevaría a Robinson  a controlar el más importante de los juegos: el de la vida misma.

Es una historia inspiradora, pero no por eso deja de ser entretenida.

Básicamente la película se basa en los dos primeros años de Robinson en las Grandes Ligas, un período muy difícil en el que tuvo que enfrentarse al racismo y discriminación. Inicialmente por parte de sus propios compañeros que se negaban a jugar con él hasta que eventualmente lo aceptan y terminan por admirarlo en todos los sentidos. El público que en algunas ciudades su presencia provocaba revuelos en los partidos. Pero siempre contó con el apoyo moral de Rickey (Ford) y este hecho por supuesto que le brindaba la seguridad necesaria para seguir adelante.

Hay una escena que me incomodo, pero sobre todo me provocó enojo, en la que el manejador de los Phillies de Filadelfia, Ben Chapman (Alan Tudyk), lo insulta de una manera cruel. Robinson logra controlarse. Bien por él. El que se enoja pierde. Lo que me da rabia es que aunque pensamos que hemos superado el racismo y la discriminación y tenemos ejemplos de líderes de grupos minoritarios que logran destacar desde hace décadas como es el caso de este extraordinario atleta, muchas personas aun siguen viviendo en otro mundo, en otro universo o en otro siglo regidos por el elitismo y las falsas pretensiones.  Y esto no se limita al color de la piel. Ojalá este tipo de películas nos ubiquen.  ¡Hello!

La película logró proyectar y reflejar el romanticismo y la magia del béisbol en esa época, a pesar de estar ubicada en un tiempo dificil en la posguerra.

La actuación del resto del elenco es destacable. Por mencionar algunos Lucas Black (Pee Wee Reese) y Jesse Luken (quien interpreta a Eddie Stanky y con quien tuve la oportunidad de conversar) porque no fue solamente mostrar sus habilidades para proyectar emociones, pero fue prepararse para lanzar la bola, batear y anotar muchos jornróns… (mejor Home Run).

Como dato adicional les comento que la película se llama 42 porque este era el número de la camiseta que usaba Robinson, que por cierto fue retirada de la MLB en el 50 aniversario del debut de esta estrella del béisbol.

Es una peli que te deja un sabor a esperanza. Somos humanos y siempre habrá sueños y habrá obstáculos, pero habrá personas como Robinson que se atreven a pesar de los pesares.

Le doy cuatro palomitas.