Por Blanca Parra

Enciendo la tele y están retransmitiendo un episodio de Friends, la famosa serie que tuvo diez temporadas, de 1994 a 2004.  En el episodio que ahora repiten, Phoebe le pide a Ross que obligue a su hijo a hacerse amigo del hijo del cantaste Sting. La respuesta de Ross es significativa: no se puede obligar a los niños a hacerse amigos.

No se puede obligar a los niños ni podemos forzar a otros adultos a ser nuestros amigos. Verdaderos amigos. Con el surgimiento y proliferación de las redes sociales ahora tenemos muchos “amigos”, categoría definida en Facebook para referirse a nuestros contactos. La realidad es que una vez que aceptamos la solicitud de “amistad” de alguna persona, la ponemos en alguna de las listas que creamos para, precisamente, separar a los amigos y la familia de los conocidos, los compañeros de trabajo o los colegas por profesión u ocupación. Algunos pueden estar en varias listas a la vez,  pero no todos nuestros contactos son nuestros amigos en sentido estricto.

Aristóteles dice que “La amistad es una virtud o va acompañada de virtud, y además es lo más necesario para la vida. Sin amigos, nadie querría vivir, aun cuando poseyera todos los demás bienes. (…) Y cuando los hombres son amigos, ninguna necesidad hay de justicia, mientras que aun siendo justos necesitan además de amistad, y parece que son los justos los que son más capaces de amistad (…). Pero la amistad no es sólo algo necesario, sino algo hermoso.” Se puede profundizar un poquito leyendo LA  AMISTAD  EN  ARISTÓTELES, en http://www.iterhominis.com/03_Polo/05_Artigos/AF_004.htm

Platón, por su parte, distingue entre “amistad vulgar” y “comunidad de formación libre”. La primera, la amistad vulgar, se da muy frecuentemente, por coincidencia en gustos o aficiones, simplemente. La segunda, la comunidad de formación libre, se da cuando las personas involucradas establecen un vinculo de crecimiento conjunto, se unen para aprender unos de otros. De esta manera, los participantes se valoran entre sí como amigos verdaderos  y forman lazos fuertes.

Entonces, volviendo al tema de las redes y la gente que uno conoce ahí, resulta que tenemos verdaderos amigos a los que nunca hemos visto, gente con la que integramos verdaderas comunidades de formación libre y con las que compartimos y nos comparten elementos para crecer en lo espiritual y lo profesional. En contraparte, tenemos amigos vulgares  a los que tal vez conocemos “en vivo” pero con quienes no nos une más que un interés particular por la música, el cine, el trabajo, etc.; no aportan nada a la formación o crecimiento de nuestro ser.

Nuestros amigos verdaderos no necesitan vivir en el mismo país que uno ni hablar la misma lengua, gracias al bendito Google Translate. Tampoco necesitan constantes reiteraciones de amistad. Seguramente todos tenemos al menos un amigo al que vemos, cuando mucho, un par de veces al año y que, sin embargo, es nuestro BFF. A cambio, hay muchas personas con quienes podemos estar en contacto frecuente pero con quienes no tenemos ningún lazo verdadero.

La amistad tiene dos dimensiones, según señala el Dr. Meeliksah Demir, de la Northern Arizona University: calidad y conflicto. La calidad es importante para el bienestar de las personas y contribuye a la cercanía de los amigos. Para ello es importante que las interacciones sean sanas e interesantes. Con ello desarrollamos  autoestima y confianza en uno mismo. La dimensión de conflicto está relacionada con la calidad de la amistad. Las amistades de alta calidad encuentran muy buenas maneras de resolver los conflictos que surgen (como en cualquier relación), lo cual lleva a reforzar más la amistad.

Las dinámicas son diferentes en cada uno de los espacios de interacción. Probablemente la red social a través de la cual vemos la calidad de las relaciones de amistad entre personas que conocemos es Facebook. Ahí,  en ocasiones somos testigos de las ineficientes y desastrosas maneras en que algunos manejan, sin resolver, sus conflictos: reclamos, deseos de subordinar a los otros, descalificaciones, etc. A veces ocurre que frente a un comentario alguien simplemente se pone el saco y crea un conflicto, que luego escala. La red social se convierte en ese momento en un espacio de desahogo de frustraciones personales al que todos somos convocados, sin necesidad. Pero también somos testigos de comunidades que van agrupando a personas que buscan ese crecimiento conjunto y que van formando lazos fuertes y valiosos.

Probablemente la manera en que interactuamos con nuestras amistades en las redes sociales muestra cómo nos relacionamos en el mundo fuera de la Web. Es mi hipótesis.

C.S. Lewis escribió en The Four Loves: Para los antiguos, la amistad parecía el más feliz y más plenamente humanos de todos los amores; la corona de la vida y la escuela de la virtud. El mundo moderno, en comparación, lo ignora.

Entonces, cuando festejamos el  día del amor y la amistad, ¿qué tipo de amistad celebramos?

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 Blanca Parra