Reseña “Girl in Progress”: una película comprometida.
Ser madre es una bendición y un privilegio para las mujeres. Es una ardua y laboriosa tarea, pero totalmente gratificante y satisfactoria. La cuestión, como se plantea en la película “Girl in Progress”, es que antes del título de mamá, existe el de ser humano. Un ser humano que como cualquier otro es imperfecto y en muchas ocasiones, como es el caso de la relación que existe entre Grace (Eva Mendes) y Ansiedad (Cierra Ramírez) no satisface las demandas o las expectativas del hijo sobre todo en una edad en la que los niños toman conciencia y encuentran que la persona que los ¿cuida? es inmadura y un costal de errores.
Ansiedad (Ramírez) es una jovencita modelo, estudiosa y bien portada, que cansada de ser la responsable de llevar el orden en la casa decide rebelarse contra su madre (Mendes) que se preocupa solo por pagar las deudas y por si misma. Siendo una adolescente precoz e inteligente y con toda la intención de llamar la atención de su madre trama un plan en el que de la niñez quiere saltar a la edad adulta, evadiendo la etapa de adolescencia, con el objetivo principal de borrar a su madre del mapa y lograr su independencia. La cinta presenta al espectador una realidad a través de los ojos de la joven protagonista Ansiedad: una confusión en cuanto a los roles dentro de los parámetros normales y aceptados por la sociedad: una hija adulta y una madre adolescente.
Desde mi punto de vista hay varios puntos destacables en “Girl in Progress”. A primera instancia y porque es lo que vemos en la pantalla son las actuaciones.
Cierra Ramírez realiza un papel extraordinario. Su transformación es impresionante. Desde la niña buena hasta la mujer fatal en la que quiere convertirse, presentándonos esos intervalos de duda e inquietud que aparecen cuando hay puntos en los que las decisiones pueden llevarla a conseguir su objetivo, poniendo en riesgo su identidad, su integridad y su ser.
Eva Mendes también presenta con propiedad en la pantalla grande a la mujer que da por un hecho que su hija seguirá siendo ejemplar por el resto de su vida, sin la necesidad de establecer un canal de comunicación para conocer lo que existe en esta joven mente inquieta. Actúa como mucha naturalidad, tanto que provoca una mezcla de sentimientos encontrados por parte del espectador como rabia y compasión por un ser humano que esconde sus errores bajo una máscara de egoísmo.
El resto del casting es de gran apoyo para la producción en general y realizan un trabajo convincente. Desde el mundo anglo Matthew Modine (el amante de Grace), Patricia Arquette (la maestra de Ansiedad) hasta el mundo latino Eugenio Derbez (compañero de trabajo y admirador secreto de Grace inmigrante de primera generación), Raini Rodríguez (amiguita de Ansiedad de una familia acomodada) y hasta el toque que le da folklore al ambiente con Espinoza Paz, que tiene pocas intervenciones, pero efectivas. Eva Mendes es el vínculo que une los dos mundos.
Otro punto para destacar es la visión y el valor de la directora mexicana Patricia Riggen, quien también dirigió “La Misma Luna”. Lograr un espacio de distribución comercial para una película que aborda este tema ubicado en un contexto en el que aunque hablen inglés se siente el calor de la sangre latina, es admirable. Como ella misma lo comentaba, sería mucho más fácil realizar películas protagonizadas por anglos. Pero no, ha decidido darse a la tarea de comprometerse con su comunidad y brindarles a los millones de latinos que van al cine personajes y realidades con las que se puedan identificar.
Si existen estereotipos de los latinos en la cinta, pero se nota que se hizo un esfuerzo por pulir el lado positivo de esa visión que tomará años alcanzar una evolución completa. No son grotescos ni irrespetuosos. Y por otra parte, bueno, si queremos que cambie la perspectiva que tiene el mundo de nosotros, comencemos por cambiar nosotros mismos. Si no, se seguirán escribiendo guiones que incluyan estos estereotipos que gran parte de la responsabilidad cae en nuestro comportamiento.
La intención de las cintas comerciales es entretener y divertir y “Girl in Progress” lo cumple; pero también invita a la reflexión sobre la importancia de la comunicación entre madres e hijas y la ubicación de cada persona en sus distintos roles en el mundo real.
Es una película, que aunque trata sobre un tema universal, es más bien dirigida al público inmigrante de los Estados Unidos. Eso no es malo, somos muchos los que vivimos en esta país que es ahora nuestro hogar. De hecho hay poca representación hispana en el cine comparado con la cantidad de latinos que asisten cada fin de semana. “Girl in Progress” es una buena película. Le doy tres palomitas y media.
Otro punto para destacar es la visión y el valor de la directora mexicana Patricia Riggen, quien también dirigió “La Misma Luna”. Lograr un espacio de distribución comercial para una película que aborda este tema ubicado en un contexto en el que aunque hablen inglés se siente el calor de la sangre latina, es admirable. Como ella misma lo comentaba, sería mucho más fácil realizar películas protagonizadas por anglos. Pero no, ha decidido darse a la tarea de comprometerse con su comunidad y brindarles a los millones de latinos que van al cine personajes y realidades con las que se puedan identificar.
Si existen estereotipos de los latinos en la cinta, pero se nota que se hizo un esfuerzo por pulir el lado positivo de esa visión que tomará años alcanzar una evolución completa. No son grotescos ni irrespetuosos. Y por otra parte, bueno, si queremos que cambie la perspectiva que tiene el mundo de nosotros, comencemos por cambiar nosotros mismos. Si no, se seguirán escribiendo guiones que incluyan estos estereotipos que gran parte de la responsabilidad cae en nuestro comportamiento.
La intención de las cintas comerciales es entretener y divertir y “Girl in Progress” lo cumple; pero también invita a la reflexión sobre la importancia de la comunicación entre madres e hijas y la ubicación de cada persona en sus distintos roles en el mundo real.
Es una película, que aunque trata sobre un tema universal, es más bien dirigida al público inmigrante de los Estados Unidos. Eso no es malo, somos muchos los que vivimos en esta país que es ahora nuestro hogar. De hecho hay poca representación hispana en el cine comparado con la cantidad de latinos que asisten cada fin de semana. “Girl in Progress” es una buena película. Le doy tres palomitas y media.
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- Teresa Garza
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