Shakespeare tal vez el anónimo más conocido del mundo: “Anonymous”.
¿Qué se sabe realmente del dramaturgo más famoso del mundo? ¿Acaso William Shakespeare es una máscara que esconde a la verdadera pluma detrás de las obras que se atribuyen al ‘Cisne del Avón’, como alega una nueva película sobre la vida del autor? ¿Son esos rumores insignificantes o teorías de peso, y hasta donde influye en el debate que una película ahora abandere esta controversia? De hecho, ¿por qué persiste este rumor acerca de la pluma fundacional de la literatura inglesa? ¿Será porque, en palabras del autor, Shakespeare fue “demasiado de algo bueno”?
No es muy seguido hoy día que se abra un espacio en la pantalla grande para ficciones que no estén basadas en los personajes de historietas. Se supone, por lo tanto, que la llegada del cine invernal, un tanto menos superficial, alce las expectativas de cierto segmento de la audiencia, mucho más cuando el cine se ocupa de temas históricos o supuestamente esotéricos como es el caso, en el 2011, de “Anonymous”, la película de Roland Emmerich, que debiera causar regocijo en educadores y amantes de la literatura por igual, si no fuese porque el centro de la intriga es el oscuro debate acerca de la autoría de la obra del llamado Cisne del Avón.
Sin duda que la historia literaria no es para nada ajena a este tipo de neblinas; todavía seguimos sospechando acerca de si Homero existió y sobre la autora de ‘La Historia de Genji’, por mencionar solamente dos ejemplos; en el mismo siglo veinte fuimos testigos de los miles de seudónimos con los que Fernando de Pessoa intentaba engañarnos, que eran muchos y no solamente uno. El caso de Shakespeare es un asunto delicado porque entrar en dudas respecto al suyo es meterse con una de las piedras fundacionales de la cultura de habla inglesa.
Dicen que la maldición de vivir en una época interesante es que nos crea pioneros. En la era isabelina, el inglés tomaba la forma definitiva como idioma, y por eso una pluma brillante de esa época, como la del Cisne del Avón, se vuelve parte indeleble del idioma con que se expresa. Los grandes talentos validan los instrumentos que utilizan. Por eso cuando Gabo García Márquez gana el Nobel, descubrimos de nuevo la capacidad de la imaginación Latina, la llamamos ‘realismo mágico’ y se la atribuimos por completo al colombiano… hasta que aparezca otra nueva estrella en el firmamento literario, o hasta que alguien recuerde si Borges también hacía algo parecido.
En menor manera, pero de modo similar, los hitos nacionales se vuelven sombras gigantescas. Un escritor ecuatoriano no puede dejar de sentirse inspirado y agobiado por Jorge Carrera Andrade, o un peruano descubrir que esté imitando el estilo de Alfredo Bryce Echenique o Vargas Llosa, o un uruguayo sentirse nervioso que lo comparen bien o mal con Juan Carlos Onetti, o un mexicano con José Emilio Pacheco o con Juan Rulfo.
Por eso parece pretencioso, hasta sospechoso, dudar de Shakespeare. Si bien es cierto que el teatro popular no era para ser leído, que por eso no hubo ediciones completas impresas en vida del autor, también porque el teatro era un modo de ganarse la vida para Shakespeare, y por eso no tenía inconveniente en pedir prestado de otras obras para las suyas o de colaborar con otros autores, como se sospecha ocurrió. El rumor de la autoría va un poco más allá que todas estas otras conjeturas, pero forma parte de una tradición, el misterio de Shakespeare, tan antiguo como su obra, fruto de muchas otras obras literarias, desde ‘Nada Bajo El Sol’, la novela del autor de ‘La Naranja Mecánica’ hasta ‘Shakespeare Enamorado’. La era isabelina en sí es una madeja de rumores, empezando con la vida privada de la misma reina, de modo que las dudas respecto de Shakespeare se encuentran en buena compañía.
En última instancia, si Shakespeare fue o no el autor absoluto de su obra, si fue en verdad el Conde de Oxford, como implica esta nueva película, o si fue una suma de la colaboración de los actores de su compañía, como muchos sostienen, indican al menos una visión más flexible de la cultura. La colaboración no es un hecho inusual en las artes interpretativas y no significa la ausencia completa de un autor. El Quijote es una parodia de las obras que formaban la cultura de Cervantes, así como las comedias de Shakespeare imitan y se divierten con ese estilo rebuscado.
El Manco de Lepanto y el Cisne del Avón, entronados en las culturas de sus respectivos nacionalismos, no aspiraban a otra cosa que ser los juglares populares de sus tiempos. El prestigio de ser autores no formaba parte de sus aspiraciones. Los griegos hablaban de musas para deshacerse de esa pesada carga: El autor humano era simplemente un intérprete de la creatividad divina, ellos simplemente los escribas.
Si otras personas fueron Shakespeare o si fue más de uno, son muchos más los nombres que podemos barajar bajo la sombra poética de su legado. Casi todos los dramaturgos, casi todos los poetas. Es fácil intuir que esta lista puede volverse inútil: Todos somos, acaso, hijos de Shakespeare y Cervantes, y de cuanto autor nos ha conmovido y nos inspira todos los días a ser creadores en nuestra menor medida.
Annonymous se estrena el 28 de Octubre.
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- Teresa Garza
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One Comment
Anonymous
22. Oct, 2011Estoy impresionado Tere, pues eres una persona muy bien preparada, increíble que esta mujercita tan bonita escriba como tú lo haces. Mis respetos y admiración. Un seguidor y admirador